En nuestro país tenemos la particularidad de tener dos grandes celebraciones de origen. Esta “doble efemérides”, causa confusión en los niveles educativos, equivocando en algunos casos los sentidos del 25 de mayo de 1810 y del 9 de julio de 1816. En ambos casos se trata de eventos de gran significado, uno de ellos ocurrido en Buenos Aires en el antiguo edificio del Cabildo, mientras que el segundo ocurrió seis años después en el Soberano Congreso que sesionaba en nuestra provincia. No hubiese sido posible declarar la independencia en la ciudad de San Miguel de Tucumán aquel año de 1816, si antes no se hubiese desencadenado la “Semana de Mayo” sucedida en el Cabildo y en las calles de la Buenos Aires virreinal.
Durante aquella intensa semana de 1810, las noticias del avance francés en tierras españolas aceleraron la acción colectiva entre nuestros patriotas: se destituyó al virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros, y el poder fue asumido por la Primera Junta, iniciando así una revolución de rumbo todavía indefinido.
Una larga historia de avances y retrocesos fue marcando a nuestra nación, pero aquel “doble cumpleaños” sigue marcando hoy nuestro camino como pueblo.